Democracia es democracia

El reciente levantamiento militar en Turquía me ha hecho reflexionar sobre lo frágiles que son los cimientos sobre los que se ha construido la democracia si desnudamos ésta de la educación de un pueblo. La democracia que muchos asumimos como una condición sinequanon de nuestro mundo, como algo inevitable que nos ha venido dado, puede no ser tan resistente como muchos creemos.

He tenido que leer estos días, también desde sectores progresistas, que el levantamiento militar turco es prácticamente un mal menor, un inevitable daño que hará que el totalitario Erdogán se vaya del poder. Les falta añadir que hará que el totalitario Erdogán se vaya del poder con una acción totalitaria, es decir, que salga de la Presidencia turca con un método no democrático.

A mí no me gusta Erdogán, pero es un Presidente elegido democráticamente por más de 23 millones de turcos, y validado el proceso electoral por observadores internacionales. Es un presidente legítimo. Y a un Presidente legítimo solo se le puede quitar del poder por un procedimiento legítimo: un revocatorio, otras elecciones, o si creemos que es un déspota, mediante la justicia internacional, la ONU y otros mecanismos internacionales democráticos.

Legitimar el golpe de estado turco sería como desear que en España los militares se levantaran en armas porque el PP está imputado como colaborador necesario en casos de corrupción, sería, en definitiva, desproveer a la democracia de su esencia. La democracia no es una opción, es una obligación, y por tanto, es de obligado cumplimiento, siempre.

Se dice mucho que los militares turcos son el garante de la laicidad del Estado. Error de base. La laicidad del estado debe ser garantizada por la sociedad civil, de nada sirve la laicidad impuesta a golpe de tanque; la laicidad es fruto de una reflexión serena y profunda de la sociedad civil, es una valor inserto en el corazón de una cultura; de nada valen adalides y defensores que por medio de la fuerza, intentan imponer un criterio. La laicidad impuesta a golpe de bala no es laicidad, es establecer una suerte de religión más, un dogma a insertar aún a riesgo de muerte.

Los militares tienen una función imprescindible en los países democráticos, que es garantizar la seguridad de la población civil. Y es la sociedad civil quien les dicta cómo y qué deben hacer. Los militares no están para interpretar la realidad, al menos en sentido público; la realidad social la expresa la población civil, y la función del militar es obedecer. Ya hemos sufrido a demasiados militares que han venido a salvarnos de nosotros mismos.

La democracia no es moneda de cambio. Si queremos hacer una sociedad más justa debemos preservar la democracia. Si queremos una sociedad laica, debemos asegurar la democracia, y una democracia, y una sociedad laica, no se forjan a base de sangre y dogmas.

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@MarianoBeltran

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